En esta nueva actualidad que estamos viviendo, hemos tenido que hacer frente a diversas situaciones de la mejor manera posible. Entre estas se puede encontrar el afrontar el fallecimiento de un ser querido que es sin duda uno de los aspectos más dolorosos y difíciles.
Actualmente, es algo con lo que estamos aprendiendo a convivir, el tener que afrontar pérdidas sin despedidas y ofrecer consuelo sin poder sentir el consuelo de un cálido abrazo. Si nos encontramos en una situación de pérdida, no podemos olvidarnos de nuestro derecho a sentir como necesitamos sentirnos, cada persona vive el duelo de una forma distinta, diferente no implica errónea o innecesaria.
Es cierto que la manera de vivir la pérdida ha cambiado estos meses, pero los sentimientos que nos provoca siguen estando por encima de cualquier cambio. Es por ello necesario que sepamos acoger las emociones que vamos sintiendo, aunque éstas cambien incluso a lo largo del día, ya que las emociones no son buenas ni malas en sí mismas, están para decirnos algo de nosotros mismos y al mismo tiempo ayudarnos a expresarlo.
¿Cuántas veces nos hemos encontrado ante la incertidumbre a la hora de ofrecer consuelo a quien sufre una pérdida, ante su tristeza, su apatía, su desconsuelo y desasosiego?
Esas situaciones en las que no sabemos qué hacer ni qué decir e incluso sentimos que ‘nos contagiamos’ de esas mismas emociones. Esto hace que a veces ‘desaparezcamos’ por miedo a hacer daño a esa persona y/o no poder sostener su dolor; también recurrimos a utilizar frases hechas o dar consejos que nos parecen evidentes pero que en realidad no siempre ayudan a la persona que sufre.
Por esto, para todos los que pasamos por ser acompañantes en el dolor en muchos momentos de nuestras vidas, con y sin pandemia, os ofrecemos algunas orientaciones útiles para contribuir a que la necesidad de acompañar y estar presente sea más reconfortante.
Practica la escucha activa y empática, facilita el desahogo emocional, permite a la persona que hable de su familiar tanto como necesite. Escuchar un 80% y hablar un 20%
No pasa nada por no saber qué decir, no es necesario “rellenar los huecos o decir algo útil”, esto nos lleva a utilizar frases hechas poco personalizadas o dar opiniones no solicitadas.
Un simple ‘no sé qué decirte, me gustaría poder aliviar tu dolor pero no me salen las palabras’ es sincero y por tanto reconfortante.
Preguntemos qué necesita, de manera concreta y tomando la iniciativa a la hora de llamar a la persona. Quedarnos en el ‘llámame cuando lo necesites’ puede hacer sentir a la persona que no estamos siempre disponibles y que nos molestará con su pena.
Respetar la necesidad de soledad… sin desentendernos.
No intentemos que la persona se dé prisa en superarlo, elaborar el duelo requiere tiempo y paciencia. Tenemos que ser pacientes con el tiempo de la persona, permitirle compartir recuerdos, entender la liberación que sentimos cuando no estamos en una carrera contrarreloj para superar el duelo.
Evitar los tópicos: ‘sé fuerte, anímate, hazlo por tus hijos, ahora ya no sufre, resígnate, esto pasará, no lo pienses, deja de llorar que te estás torturando…’, esto puede generarnos calma a nosotros mismos, pero para quien lo recibe puede resultar doloroso, molesto y despertar la sensación de no sentirse comprendido en su dolor.
El abrazo tiene un inmenso poder y lo puedes ofrecer de muchas maneras, incluso sin ese ansiado contacto físico que ahora valoramos más que nunca.
En Centro Clínico Uniom, tenemos profesionales especializados en estos casos que te ayudarán tanto a ti como a tus familiares. No dudes en contactar con nosotros.
Commentaires