Duelo infantil: ¿debemos hablar con nuestros hijos sobre la muerte?
Actualmente, estamos viviendo en una época que se ha visto impregnada por el desarrollo y el predominio de las nuevas tecnologías. En un ámbito tan amplio como el de la salud, todos y cada uno de estos descubrimientos nos han permitido dirigir el foco hacia un mismo fin: mejorar nuestra calidad de vida. No obstante, en esta búsqueda constante de tratamientos e intervenciones que permitan prolongar nuestra supervivencia… ¿qué espacio ocupa algo tan natural como la muerte?
Si bien no hay duda de que estos avances son algo maravilloso, nuestra relación con la muerte se ha visto completamente afectada, haciéndonos cada vez menos aptos para superar o, al menos, enfrentar el duelo. En consecuencia, evitamos hablar de ella mediante eufemismos – “ahora está en otro lugar” o “por fin está descansando” – como si hubiese algo equivocado en ello. El nivel de angustia e incertidumbre experimentado es tan elevado que nos da miedo compartir nuestra experiencia con los demás, sobre todo, con los más pequeños. Asimismo, en lugar de hacerles partícipes de un proceso tan orgánico como el duelo, hacemos todo lo posible por protegerles y alejarles del sufrimiento que supone la pérdida de un ser querido. Sin embargo, ¿hasta qué punto debe convertirse esto en nuestro principal objetivo?
Ante frases como “que no nos vea tristes y así no lo pasará mal”, “si te pregunta dile que no pasa nada, que todo está bien” o “cuanto menos sepa menos sufrirá” es importante que nos hagamos algunas preguntas:
- ¿De verdad van a dejar de sufrir si les tapamos o apartamos de la realidad?
- ¿Saben más de lo que nosotros desearíamos como adultos
¿Cómo entienden los menores la muerte?
0-2 años. No hay comprensión cognitiva de su significado, no obstante, sí perciben la ausencia de la persona fallecida, sobre todo si es alguien muy cercano. Son sensibles a los cambios que se puedan producir en su entorno.
3-6 años. Perciben la muerte como algo temporal y reversible, considerando las funciones vitales como algo intacto: la persona fallecida puede comer, pensar, hablar… No entienden la universalidad de la misma – piensan que ellos y sus padres no se van a morir – e interpretan de forma literal cualquier explicación que les demos sobre la muerte.
6-10 años: Entienden la muerte como algo irreversible que afecta a todos, sin embargo, hasta los 9-10 años no tienen conciencia de que ellos van a morir. Pueden preguntarse si tuvieron algo que ver en la muerte de un ser querido y desarrollar sentimientos de culpa.
Entonces… ¿qué podemos hacer y decir?
Si bien habrá múltiples diferencias en la manera de abordar la muerte según la capacidad cognitiva y emocional de cada menor, en general, es recomendable restablecer cuanto antes su rutina con el fin de seguir favoreciendo un correcto desarrollo evolutivo. Del mismo modo, será importante generar un ambiente receptivo y abierto que favorezca su expresión acerca de lo que piensa, duda y/o siente sobre lo sucedido. Para fomentar este tipo de interacciones, los adultos podrán mostrarse cercanos con el menor compartiendo sus propios estados emocionales y sus recuerdos acerca de la persona fallecida. En todo momento, el contenido del mensaje deberá basarse en la verdad de lo ocurrido, proporcionando una explicación de la muerte en términos reales (carácter irreversible, definitivo…) y aclarando cualquier circunstancia que pueda inquietarle o preocuparle.
En Centro Clínico Uniom, tenemos profesionales especializados en estos casos que te ayudarán tanto a ti como a tus familiares. No dudes en contactar con nosotros.
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